Hoy en día, la verdad viene definida por los primeros resultados de la búsqueda de Google. Yuval Noah Harari.
El escritor español José María Lassalle destaca cómo la revolución digital en la que estamos inmersos hace cada día más palpable la condición posmoderna, asociada al dominio de la técnica y la consecuente incapacidad para decidir por nosotros mismos. Sin capacidad crítica y asfixiados por un incesante flujo de información, el ser humano comienza a padecer los efectos de la que podría llegar a convertirse en dictadura tecnológica, donde veremos una concentración inédita de poder, no necesitando este ya de ningún relato de legitimidad para su justificación.
Según Lassalle, parece inevitable que en el siglo XXI aparezca un “Ciberleviatán”, en vista de tener un poder único y centralizado, mediante el que se permita dar orden y sentido a la masa de información que desborda nuestros procesos de análisis que pretenden organizar la realidad. Ahora estos medios ya no requerirían justificarse mediante relatos o narraciones coherentes, pues, de hecho, el vértigo que produce en nosotros el “tsunami de datos” no lo permite.
El estrés que producen los datos va anulando, según Lassalle, nuestra capacidad de respuesta bajo un síndrome de “infoxicación” que afecta las capacidades epistemológicas y políticas del sujeto. Estamos ante le presencia del “homo digitalis”, esto es, una persona agrupada pero deslocalizada, al no tener autonomía ni poder decisión, dejándose guiar por las creencias y conductas del resto. La subjetividad, por tanto, se está deslocalizando del cuerpo para migrar hacia los dispositivos inteligentes y dialogar permanente con las pantallas, donde el individuo pasa a tener un rol secundario. Con el humanismo en crisis, el ser humano va perdiendo la centralidad directiva y narrativa del mundo.
Llegados a este punto, Lassalle prevé que ya no podremos apagar las máquinas, ya que seremos tan dependientes de ellas que hacerlo equivaldría a un suicidio y al acceso a una libertad que ya no estaremos preparados para recibir o hacernos cargo. En esto precisamente radicará la dependencia tecnológica; en que ella se haga cargo de nuestras vidas, organizando el excesivo flujo de información que nos asecha. Reducidos a un “zoon elektronikón”, el despotismo algorítmico nos condenará a una nueva minoría de edad intelectual, pues a lo menos que nos atreveremos es a pensar por nosotros mismos.
Eduardo Schele Stoller.