Si la vida es nada, ¿para qué estas viviendo? Por nada.
Warhol comentaba que sus críticos lo llamaban “la nada en sí misma”, lo que, a la larga, le hizo darse cuenta de que la existencia es nada. Esto es lo que le arroja el reflejo de su propia imagen en el espejo; nada. Pero lejos de abatirse, tal constatación puede ser satisfactoria, pues, a su juicio, en la nada no hay pesares, vergüenza o arrepentimientos.
Por ejemplo, si algo es desilusionante lo es en la media que nos ilusionamos con algo, mientras que de la nada es imposible desilusionarse. En este sentido, la cercanía que tuvo Warhol con la muerte cuando le dispararon lo acercó también más a la vida, pues considera que ambas no representan nada. Quizás por esto al sujeto moderno le importa tanto la ropa y accesorios, en vista de vestirse de sentido ante la nada que lo apremia. Warhol no establece ningún reparo ante esto, de hecho, lo alienta mediante el uso y consumo masivo de los objetos y productos.
Pero esta masividad no implica cercanía entre las personas, ya que aquí Warhol defiende una serie de artilugios que permiten conectarnos, pero manteniendo la distancia. Esto ocurre con la televisión, mediante la que Warhol deja de preocuparse por establecer relaciones cercanas con otras personas. La televisión es sinónimo de despreocupación y, por lo tanto, de felicidad. Por ejemplo, según el artista, el sexo se vuelve mucho más interesante en la pantalla que entre las sábanas. Lo mismo ocurre con el amor, pues la fantasía supera por mucho a la realidad. En este sentido, le era mucho mejor mantener una relación por teléfono, donde lo único que importaba es la extensión del cable del mismo. El no verse en este caso es una ventaja, pues facilita el poder tratar al otro como un mero objeto y, en consecuencia, facilitar su descarte.
Desde el punto de vista estético, la belleza para Warhol también se alimenta de los objetos, al señalar que, si bien las joyas, la ropa lujosa, las casas y pinturas no hacen a una persona más bella, sí la hace sentir como tal, lo que no ocurre cuando a una persona bella la colocamos en un entorno de pobreza, donde pasa a identificarse con lo feo. Aquí Warhol sostiene que América sería más bella de lo que es si todas las personas que viven en ella tuvieran el suficiente dinero para vivir. De hecho, el verdadero arte son los negocios y hacer dinero, pues esto permite acceder al consumo, el que se ha incluso democratizado, ya que, por ejemplo, desde los más ricos y famosos a los más pobres y desconocidos toman Coca-Cola.
El artista, a juicio de Warhol, es alguien que produce cosas que la gente no necesita tener pero que, por alguna razón, creen que sería una buena idea tener. De hecho, Warhol señala que prefiere los espacios vacíos, los que vienen a estropearse cuando se llenan de arte, llegando a reconocer que él no produce más que basura para que la gente replete sus espacios. La belleza también radica en estos espacios vacíos y limpios. Quizás esto tiene que ver con los que quiere lograr Warhol a través del arte: el no pensar a través de las obras.
Lo anterior es algo que Warhol identifica con la falta de responsabilidad a la que se aspira en la actualidad, para lo cual el arte no es más que otro medio más de evasión y, en ningún caso, una forma de develación o profundización de conocimientos. Nuevamente, es la nada la que debe prevalecer, en vista de facilitar y no complicar nuestras vidas. Es el impulso consumista el que representa el espíritu norteamericano, donde se prefiere lo fácil y placentero del consumo por sobre el tedioso y angustiante proceso de la actividad reflexiva.
Eduardo Schele Stoller.