Žižek y la fantasía ideológica del retrete

Žižek y la fantasía ideológica del retrete

La ideología, según Slavoj Žižek, impregna el mundo que nos rodea. Para mostrar esto, alude a un ejemplo que se hace patente en nuestra vida cotidiana; los inodoros. 

Žižek destaca tres actitudes hacia el exceso excrementicio en los retretes: la ambigua fascinación contemplativa del alemán (el agujero del inodoro se encuentra adelante), el intento apresurado de deshacerse del excremento del francés (el agujero se encuentra atrás) y la solución pragmática inglesa que trata el exceso como un objeto ordinario que hay que colocar en el lugar que le corresponde (aquí el agujero está al centro y lleno de agua). Así, quienes suelen afirmar que vivimos en un universo posideológico; no tienen más que ir al baño para estar llenos de ideología hasta las rodillas.  

La ideología afecta incluso nuestra forma de desear. Nuestro deseo, afirma Žižek, está constituido por una fantasía que le proporciona sus coordenadas, que nos enseña cómo hay que desear. El deseo realizado en la fantasía no es el deseo del sujeto, sino el deseo del otro, es decir, el deseo no tiene que ver con lo que uno quiere, sino que con lo que los otros quieren de mí.   

En relación con lo anterior, Žižek señala que el deseo surge cuando la pulsión queda atrapada en la telaraña de la ley/prohibición, en el circulo vicioso en el que es preciso que el goce sea rechazado. Es allí cuando surge la fantasía, organizando la escena en la que el goce del que estamos privados se concentra en el Otro que nos lo ha robado. El problema que detecta aquí Žižek es que tendemos a permanecer en la fantasía, viviendo así en la servidumbre de las relaciones sociales de dominación. En consecuencia, hay un tejido simbólico que sostiene todo goce.  

Según Žižek, en los animales, la forma más elemental de la sexualidad es la cópula; sin embargo, en los humanos, es la masturbación acompañada de fantasías. Es por esto que el placer se puede transformar en asco cuando se cae la fantasía. La causa de esta transformación aquí se debe simplemente al cambio de la posición del otro en nuestro marco fantasmático. 

Lo que constituye la realidad, afirma Žižek, es el mínimo de idealización que necesita el sujeto para soportar el horror de lo real. Es la fantasía la que sostiene nuestro sentido de la realidad. Cuando el marco fantasmático se desintegra, sufrimos una “pérdida de realidad”, sin base ontológica firme, es decir, sin fantasía, no nos parece quedar más que la certeza y confianza ideológica del sentarnos en el retrete.  

Eduardo Schele Stoller. 

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