¿Qué rol cumple la confesión en nuestras vidas? Esto es lo que se propone dilucidar Foucault en el curso que da en Lovaina Obrar mal, decir la verdad: la función de la confesión en la justicia.
A rasgos generales, la confesión puede entenderse como la declaración escrita u oral mediante la cual uno reconoce haber dicho o hecho algo. Pero a juicio de Foucault, la confesión no es simplemente una comprobación acerca de uno mismo, sino que da cuenta también de una especie de compromiso con lo que se afirma ser. En la confesión, quien habla se obliga a ser lo que dice ser, se obliga a ser quien ha hecho tal o cual cosa, quien experimenta tal o cual sentimiento; y se obliga porque es verdad. Tras la confesión está el vínculo entre la pureza y el decir la verdad.
Foucault afirma que solo hay confesión dentro de una relación de poder, pues quien se confiesa le brinda la oportunidad a otro para someterlo. De allí que no haya confesión que no sea costosa. La confesión es así un acto verbal mediante el cual el sujeto plantea una afirmación sobre lo que el mismo es, comprometiéndose con esa verdad y poniéndose en una relación de dependencia con respecto a otro.
El cristianismo, destaca Foucault, ató al individuo a la obligación de averiguar en el fondo de sí mismo para develar la verdad y desatar cualquier tipo de secreto. Solo de esta forma el individuo podría aspirar a la salvación espiritual. Pero para la religión no basta con reconocer la verdad de sí mismo, también se tiene el deber de manifestarla a otros, por medio de una serie de ritos, procesos y procedimientos. Este aspecto incluso se traspasaría posteriormente al ámbito psiquiátrico, donde también se concibe a la confesión como elemento decisivo en la operación terapéutica.
Foucault afirma que la obediencia implica la verbalización en la relación de dominio y poder. En relación con esto, lo que inventó el cristianismo es el principio de veridicción de sí mediante una hermenéutica del pensamiento. Si quiero conocerme y controlarme es necesario que renuncie a cualquier voluntad autónoma, es necesario que me someta al otro, en vista de no tener otra voluntad que la voluntad misma de Dios.
Pero la confesión también adquiere relevancia dentro del sistema legal, al dar el derecho a sentenciar y castigar, pues tras la confesión asoma la verdad de lo cometido. La confesión cuenta aquí como forma de prueba, justificando también el proceso de adoctrinamiento para enmendar y corregir al criminal. Foucault sostiene que necesitamos de un acusado que confiese para que el sistema funcione a pleno. La confesión viene a disipar las incertidumbres y a completar los conocimientos fragmentarios. De lo contrario, ¿podríamos condenar a muerte a alguien que no conocemos?
Eduardo Schele Stoller.