El «sentimiento oceánico», mencionado por primera vez por Romain Rolland, expresa la sensación de ser una ola en un océano infinito, una parte de una realidad misteriosa e ilimitada. Es la experiencia de estar aquí y ahora, inmerso en un mundo intensamente existente. Pierre Hadot señala que este sentimiento es la sensación de una conexión esencial entre el yo y el universo, una impresión de fusión y dilatación del yo en algo otro, lo que provoca un estremecimiento divino al contemplar los espacios infinitos.
El sentimiento oceánico es un paso previo hacia un despertar más profundo de la conciencia. Hadot sostiene que su vocación filosófica se originó en ese sentimiento, ya que le permitió desarrollar una mayor sensibilidad hacia la naturaleza, el universo y la existencia, experimentando una presencia o fusión con algo distinto. Wittgenstein también lo había observado, al afirmar que la existencia misma, el hecho de que el mundo sea, es algo místico, indecible, que genera tanto angustia como felicidad.
Hadot describe tres niveles del yo: la conciencia sensible (identificación del yo con el cuerpo), la conciencia racional (el yo toma conciencia de sí mismo como alma y reflexiona discursivamente) y la conciencia espiritual (donde el yo descubre que siempre ha sido espíritu o intelecto, superando la conciencia racional para alcanzar una mayor lucidez espiritual e intuitiva, sin discurso ni reflexión).
Sin embargo, la experiencia mística representa un nivel diferente, ya que trasciende la identificación con el espíritu y alcanza un estado de unidad y simplicidad absolutas, en indeterminación e infinitud. El yo se dilata en el infinito, según Hadot, en una experiencia rara y excepcional dentro de la filosofía. Mientras la filosofía resalta la unidad o identidad del «yo», en este éxtasis se experimenta lo contrario, ya que el yo se expande más allá de sus límites y se funde en lo infinito, accediendo a un modo de ser superior. El punto más elevado al que puede llegar el yo es aquel en el que tiene la impresión de perderse en algo que lo trasciende.
Eduardo Schele Stoller.
*Reseña de la obra ¿Qué es la filosofía antigua? (1995)