Kierkegaard y el origen de la angustia

Kierkegaard y el origen de la angustia

Según Kierkegaard, la inocencia es equivalente a la ignorancia, ya que en la inocencia el individuo no está determinado como espíritu, sino que está en una unión inmediata con su naturaleza. El espíritu en el ser humano es algo soñado, es un sueño en el que el espíritu proyecta de antemano su propia realidad: la nada. La angustia, según Kierkegaard, es una determinación del espíritu que sueña, representa la realidad del espíritu como una forma que estimula su posibilidad, es decir, la realidad de la libertad como posibilidad. Esta es la razón por la que no se encuentra angustia en los animales, ya que cuanto menos espíritu tienen, menos angustia experimentan.

Kierkegaard señala que el espíritu también experimenta angustia por no poder liberarse de sí mismo. El ser humano no puede sumergirse en lo vegetativo, ya que está determinado como espíritu. La prohibición nos angustia porque despierta la posibilidad de la libertad, provocando así el deseo y ansias de poder.

La angustia, según Kierkegaard, es el vértigo de la libertad. Surge cuando la libertad dirige su mirada hacia el abismo de su propia posibilidad y se aferra a la finitud para sostenerse. La angustia es, por lo tanto, una condición inherente al ser humano que piensa, es decir, al ser humano verdaderamente libre, que experimenta las innumerables posibilidades que le son negadas.

Kierkegaard destaca que cuanto más profunda es la angustia, más grande es la persona. Sin embargo, aunque aquel educado por la angustia es educado por la posibilidad y la libertad, esto solo le hace consciente de su propia infinitud y, con ello, de las imposibilidades de su posibilidad. En consecuencia, parece que la angustia genera así solo más angustia.

Eduardo Schele Stoller.

*Reseña de la obra El concepto de la angustia

 

2 comentarios sobre “Kierkegaard y el origen de la angustia

  1. Te planteo esta duda a partir de tu anàlisis: ¿Es la angustia, entonces un “inmanente” en la naturaleza humana? De ser asì: ¿cabrìa en ella la posibilidad de conducir a la trascendencia?
    Liliana Fasoli. Mendoza. Argentina

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