Si bien el individualismo contribuye a preservar nuestra identidad, Mounier sostiene que la verdadera realización personal se logra al purificarse constantemente de la influencia egoísta. Esto se logra al abrirse y volverse más transparente hacia uno mismo y hacia los demás, en lugar de centrarse exclusivamente en uno mismo. El enfoque principal del personalismo es descentralizar al individuo y situarlo en la perspectiva abierta de la persona. Mounier destaca que el primer impulso humano en la infancia es hacia los demás, lo que nos saca de nuestro estado pasivo. El «tú» y el «nosotros» preceden al «yo».
La persona, según Mounier, es capaz de trascenderse a sí misma, de salir de su propio centro y estar disponible para los demás. Esto implica no solo comprender al otro en general, sino también abrazar su singularidad con la propia singularidad, compartiendo su destino y emociones. Desde su origen, la persona se mueve hacia el otro. Sin embargo, la vida personal también requiere la capacidad de retirarse y recogerse, de concentrarse y reunificarse.
Esto muestra que la vida personal tiene inherentemente cierto grado de intimidad. Aquellas personas que están constantemente en exhibición, sin secretos ni profundidad, son como libros abiertos y se agotan rápidamente. Mounier señala que la reserva en la expresión y la discreción son un tributo a nuestra infinitud interior. El pudor se ha perdido, la sensación de que nuestro ser sea reducido a algo simple o banal, sin representar la infinitud y complejidad de nuestra existencia. La falta de pudor conduce a la vulgaridad, a aceptar que somos solo lo que la apariencia inmediata muestra.
Existe una plenitud en la privacidad, pero debe existir un equilibrio entre la exteriorización y la interiorización: expandirse para enriquecerse y retirarse para encontrarse. Según Mounier, es necesario salir de la interioridad para cultivarla. Sin embargo, en la actualidad, parece que las personas se extienden tanto fuera de sí mismas que se pierden en el camino de regreso. Al carecer de riqueza interior, es más fácil vivir alienado y desconectado de uno mismo. ¿Cuál es el sentido de la privacidad si no hay nada valioso que proteger? Al perder el pudor, nos hemos entregado a la exhibición y la vulgaridad. Parece que nos reducimos a lo que aparentamos ser.
Eduardo Schele Stoller.
*Reseña de la obra El personalismo (1946)
Qué buenas lecturas hacès Eduardo. Disfruto leer cómo las presentás.
Particularmente de este autor te quiero preguntar dónde se encuentra lo expuesto aquí.
Un abrazo.
De «El personalismo» estimado Leo. Saludos!
Muchas gracias Eduardo! Saludos.