Según Michel Onfray, en el ámbito de la filosofía oficial prevalecen las fábulas dogmáticas, ya que la historiografía filosófica no se cuestiona. Esta historiografía no forma parte del estudio filosófico, y no se reflexiona sobre la construcción de la historia de la filosofía. Onfray plantea si la historiografía oficial enseñada es neutral o también está influenciada por ideologías.
Onfray sostiene que la historiografía filosófica dominante carece de neutralidad y está sesgada ideológicamente. Se pregunta bajo qué principios y objetivos ha sido escrita. Esta historiografía considera a Sócrates como el mesías y a Platón como su apóstol. Ha destacado el platonismo, el cristianismo y el idealismo alemán, dejando de lado a los sofistas, cínicos y epicúreos. Según Onfray, el platonismo se opone a todo lo que celebra la pulsión de la vida, mientras que la filosofía implica hacer viable y vivible la propia existencia, construyendo todo desde cero.
Onfray defiende que la filosofía no se practica en escuelas o lugares cerrados, sino en el teatro abierto del mundo y la vida cotidiana. La palabra sirve para intercambiar, comunicar y exponer, no para separar. La teoría filosófica tiene sentido en su aplicación práctica y existencial, y se basa en una filosofía utilitarista y pragmática. Considera, por ejemplo, que la muerte puede conducir a la serenidad, y lo esencial es no vivir como muertos en vida. Onfray critica la influencia de las filosofías trascendentalistas, las cuales perpetúan el error de no aprender a vivir plenamente.
Eduardo Schele Stoller.
*Reseña de la obra La fuerza de existir. Manifiesto hedonista (2006)