Kant sostiene que el ser humano es la única criatura que necesita ser constantemente instruida y coaccionada, ya que solo a través de la disciplina podemos transformar nuestra animalidad en humanidad. La disciplina se considera una acción negativa, ya que implica eliminar los aspectos animales.
La disciplina nos somete a las leyes de la humanidad y desde temprana edad sentimos su coacción para evitar dejarnos llevar por nuestros caprichos. Solo a través de la educación podemos alcanzar la humanidad, ya que nuestras disposiciones naturales no pueden desarrollarse por sí mismas. Por lo tanto, desde la infancia, se espera que el alumno muestre sumisión y obediencia pasiva para poder hacer un uso óptimo de nuestra reflexión y libertad en el futuro. En la primera etapa, hay una coacción mecánica; en la segunda, una coacción moral. Según Kant, los niños deben experimentar la resistencia inevitable de la sociedad para comprender lo difícil que es depender de uno mismo. Se les educa para que algún día puedan ser libres, es decir, para que no dependan de los demás.
En este sentido, Kant señala que algunos niños están en desventaja porque sus padres juegan con ellos como si fueran monos, cantándoles, sacudiéndolos y besándolos, pensando que les están haciendo un favor al correr hacia ellos cuando lloran, cuando en realidad están reforzando esas conductas. Por el contrario, cuando no se atienden a sus llantos, eventualmente dejan de hacerlo, ya que ninguna criatura realiza «esfuerzos» inútiles. Si se acostumbra a los niños a tener todos sus caprichos satisfechos, según Kant, será demasiado tarde para «domar su voluntad». Permitirles llorar hará que se cansen por sí mismos; si se satisfacen todos sus caprichos en su temprana juventud, su corazón y sus costumbres se corrompen. Por lo tanto, deben acostumbrarse a recibir respuestas negativas.
El objetivo de Kant con la educación es principalmente la formación de hábitos. Sin embargo, es consciente de que cuantos más hábitos tengamos, menos libres e independientes seremos. Si la disciplina implica someter la barbarie, debemos asegurarnos de que a través de ella no solo desarrollamos habilidades, como suele suceder en la práctica actual, sino también la moral (valores). Kant consideraba que vivía en una época de disciplina, cultura y civilización, pero también de moralización, y aquí es donde la educación falla, ya que la formación del carácter, un aspecto esencial para la vida, queda fuera de consideración.
Eduardo Schele Stoller.
El artículo es ilustrativo de como las teorías educativas críticas pueden estar fundamentadas en Kant. Oportuno sería agregar la bibliografía para localizar el texto de Kant al que hace referencia. Yo no logro encontrar algunos planteamientos en la obra de Kant, nos haría un gran favor.
La paradoja dentro de la postura educativa , coaptar la libertad para educarse en ella , sin restricción no hay libertad, sin libertad no hay restricción.