Foucault y el poder psiquiátrico

Foucault y el poder psiquiátrico

Según Foucault, el poder ya no se ejerce de manera externa a los cuerpos, con la corporalidad como límite, sino que ahora se busca atravesarlos y parasitarlos con normas específicas, inculcando la disciplina y la regularidad en ellos mismos. El poder ya no es personalizable, sino que se disemina en una serie de funciones específicas debido a la existencia de la dispersión, los relevos y las redes. Quienes quieran formar parte de la comunidad deberán someterse a una de estas funciones y limitar su actividad a una rutina específica.

De acuerdo con Foucault, el loco es aquel que no se deja dominar, lo que explica por qué la terapia psiquiátrica tiene como principal objetivo la subyugación y la domesticación del individuo, considerándose una ortopedia moral para lograr la curación. En lugar de violencia, el poder utiliza estrategias, relaciones y prácticas disciplinarias para controlar los cuerpos, aferrándose a ellos y tomando control de sus gestos, comportamientos, hábitos y palabras. Este sistema disciplinario tiende a ser una ocupación constante del tiempo, la vida y el cuerpo del individuo y requiere un procedimiento de control perpetuo, siempre bajo la mirada de alguien o en situación de ser observado.

El principio panóptico, que consiste en ver todo el tiempo a todo el mundo para ajustar el cuerpo, sus gestos, su lugar, sus desplazamientos, su fuerza, tiempo y discursos, es fundamental en el poder disciplinario. Este poder fabrica cuerpos sujetos y es un mecanismo que da fuerza a toda institución. Aunque no haya nadie presente, la sensación de estar siendo observado está presente en hospitales, escuelas, talleres y prisiones.

Foucault también sostiene que el poder psiquiátrico se dio cuando se impuso la realidad sobre la locura en nombre de una verdad poseída. El poder psiquiátrico busca establecer una realidad determinada mediante el conocimiento y el poder, y se concentra en la voluntad ajena omnipotente del médico para someter y vulnerar la afirmación de omnipotencia presente en la locura.

Eduardo Schele Stoller.

 

 

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