La antipoesía de Nicanor Parra

La antipoesía de Nicanor Parra

Parra afirma que durante medio siglo la poesía fue el paraíso del tonto solemne, del discurso académico. Pero el poeta es un hombre como todos, un constructor de puertas y ventanas, que conversa en el lenguaje de todos los días. Ataca así al poeta demiurgo, al poeta ratón de biblioteca, los cuales deben ser juzgados por construir castillos en el aire, por malgastar el espacio y el tiempo redactando sonetos a la luna.

Parra propone una poesía basada en la revolución de la palabra, mediante la cual sus resplandores lleguen a todos por igual. Se condena, por tanto, la poesía de pequeño dios, de “vaca sagrada”. Contra la poesía de las nubes, la poesía de tierra firme. Contra la poesía de café, la poesía de naturaleza. Contra la poesía de salón, la de plaza pública, la de protesta social. Los poetas deben bajar así del Olimpo.

Y es que la verdad para Parra es un error colectivo, por lo que el deber del poeta consistirá en superar la página en blanco, lo cual duda que sea posible. ¿En qué sentido el callar puede ser superior al decir algo? Aquí Parra alude al Tractatus de Wittgenstein, al destacar que de lo que no se puede hablar, es mejor callar. Pero ¿de qué es de lo que no se puede hablar? En el caso de Wittgenstein de los límites del lenguaje con sentido o de proposiciones con sentido metafísico. En el caso de Parra, de cualquier declaración de principio, de cualquier proposición que vaya más allá del discurso cotidiano, de la práctica común. De allí que nos pida un último deseo; quemar su libro, pues no representa lo quiso decir, tal como Wittgenstein reconoció también que las proposiciones del Tractatus carecen del sentido que quiso delimitar.

En un marco empirista, Parra sostiene que el pensamiento muere en la boca. Como enemigo de la plegaria verbal, señala que en la realidad no hay adjetivos, conjunciones ni proposiciones, sino solo acciones y cosas. La interjección la pone el sujeto, el adverbio el profesor, el verbo ser es una alucinación del filósofo. De allí que exclame: “¡silencio mierda! Con 2000 años de mentira basta y que se proponga luchar por una vida más lúdica, creativa, igualitaria y pluralista.

Para delimitar lo que se tiene que decir, solemos hacerlo mediante términos que traspasan estos límites. En el caso de Parra se termina yendo más allá del sentido común, mientras que en el caso de Wittgenstein se termina transgrediendo la esfera lógica y empírica. Es por esto por lo que ambos terminen afirmando el absurdo, el sin sentido de sus escritos, valorando más que la teoría y la fundamentación, la acción y el silencio.

Eduardo Schele Stoller.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s