Herramientas para salir victoriosos de una discusión hay varias. Una de estas es la dialéctica erística, la cual nos puede dar la razón, aunque no en base a la verdad, sino a través de argumentos falaces u otros medios ilícitos.
En El arte de tener siempre razón (1864), Schopenhauer distingue entre la validez de una tesis y la aprobación de esta. La dialéctica se ocuparía específicamente sobre esto último. De hecho, debido a su egoísmo y maldad natural, al ser humano le preocuparía más tener la razón que llegar a la verdad.
Con esto Schopenhauer critica al racionalismo, carente ahora de sentido al despojarlo de la noción de verdad, principalmente porque nunca sabremos si es que hemos o no llegado objetivamente a ella. A raíz de lo anterior, de poco nos serviría la lógica, ya que esta se ocupa solamente de la forma de las proposiciones, desatendiendo a su contenido, aspecto fundamental para tener la razón.
Lo que se busca mediante la dialéctica erística es la refutación de la tesis rival, ya sea en base sus fundamentos o a sus consecuencias. En este sentido, se supone que la tesis no es verdadera (fundamentos) o no puede ser verdadera (consecuencias). En el primer caso, la crítica puede ir hacia las premisas o a la derivación de la conclusión (lógica). En el segundo caso, Schopenhauer alude a dos técnicas, la apagogé y a la instancia. En la primera, aceptamos la tesis rival como verdadera junto a otras más, pero derivamos alguna conclusión falsa y en contradicción con la tesis original. Bajo la segunda, enumeramos casos particulares contenidos en la tesis, pero que no la confirman directamente.
En concreto, Schopenhauer enumera una serie de estratagemas o técnicas aplicables a la discusión para salir victorioso. Aludimos aquí a algunas de las más relevantes:
Exageración: consiste en llevar a su extremo las afirmaciones del rival, convirtiéndolas en vagas y difusas. Mientras que las propias se detallan y especifican al máximo. De esta forma, se le puede refutar de modo general, aplicando a lo particular que efectivamente defiende (inducir a la generalización).
Preguntar: similar al método socrático, abrumar con preguntas al rival, confundiéndolo para deducir de sus respuestas la verdad de nuestra afirmación.
Provocar cólera: hacer perder la razón del rival haciéndolo entrar en estados de irritación atribuyéndole opiniones injustas.
Recurso irritante: reprochar la irritación del adversario y fomentarla.
Inducción: si logramos que acepte nuestros casos particulares, inferir inmediatamente nuestra verdad general.
Incomodar por contradicción: buscar contradicciones en las afirmaciones del rival.
Detalles sutiles: salvarse de una refutación apelando a una supuesta ambigüedad o no entendimiento en las afirmaciones del rival.
Apelar a la incomprensión: fingir que no se entiende, cuando no hay nada que objetar
Distracción con señuelo: si prevemos la derrota, cambiar drásticamente el tema de la discusión.
Abuso de la deducción: inferir deducciones falsas, deformar conceptos sobre las tesis del rival.
Apelar al auditorio: cuando no se puede afrontar directamente al rival, desviar su atención apelando a un tercero, intentando ganar su aprobación.
Relación detestable: asemejar las afirmaciones rivales a una teoría ya refutada o criticada.
Salto de la teoría a la práctica: salto de la validez de la teoría a la invalidez de la práctica.
El rival contra sí mismo: convencer al rival que su posición va en contra de sí mismo.
Ataque directo a la persona: ante la posible derrota, dejar de lado el tema de discusión y atacar directamente a la persona.
Eduardo Schele Stoller.